TECNOLOGIA EN EL FUTURO



En un futuro existirá la televisión que además de imágenes transmitirá olores, que tendremos automóviles y electrodomésticos inteligentes y que la respuesta a todos los males de la superpoblación, especialmente el hambre, están en los alimentos genéticamente modificados.

Es decir, que poco a poco la tecnología nos brindará nuevas posibilidades sensoriales, satisfará en mayor grado nuestras necesidades y que, por lo tanto, este mundo será mejor. Estos pronósticos sociales, por lo demás, son marcadamente conservadoras en términos de innovación: son meros ejercicios de extrapolación de lo que actualmente sucede de manera extendida en la sociedad norteamericana.

De otro lado, los autores que de alguna manera consideran las tecnologías de la información, la nanotecnología y la biotecnología, preven un futuro donde los desarrollos en estas áreas cambiarán radicalmente nuestra forma de vida: existirán nanobots, robots de tamaños minúsculos que permitirán la fusión entre la mente y el computador, la extensión de la Internet más allá de las interfases duras (el computador y los cables), la conexión entre sí de cerebros, la generación de una verdadera red mental en todo el mundo que intercambia información sin necesidad de textos o imágenes en nuevos lenguajes ahora desconocidos.

Se predice que la tecnología continuará siendo el agente de cambio social por excelencia, es decir, el determinante del desarrollo de las sociedades futuras. Dicho en otros términos, todos los textos, se inscriben dentro de la categoría teórica de las ciencias sociales denominada determinismo Tecnológico.

De otro lado, es importante reconocer que cuando nos preguntamos por la tecnología generalmente asumimos una posición ambivalente, a la vez de admiración y de resignación. Amamos la tecnología pues facilita nuestras vidas dándonos la posibilidad de cumplir tareas de un modo más eficiente y a la vez facilitándonos una amplia gama de diversiones y alimentos para el ocio. 

Aunque es cierto que existen muchas personas en el mundo que por falta de recursos, o por deseo, se mantienen al margen de la utilización de las tecnologías, es un hecho que actualmente podemos decir que el planeta funciona a partir de impulsos, descargas y bytes per second.

La tecnología nos deslumbra, el nuevo modelo de computador, de televisor o de reloj multiusos se convierte en un fetiche, en un objeto admirable que comentamos desde nuestra ignorancia en los mismos términos en los que lo describen los avisos publicitarios. 

Pero quizas la tecnología nos asombra porque estamos resignados a ella, porque no consideramos ser una parte activa en relación al artefacto como tal: somos usuarios que se limitan a comprender cómo manejar el artefacto que ha puesto el mercado en venta.